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Alcobaça, amantes hasta el fin del mundo

Tumba de Inés de Castro (Wikimedia Commons)

Entre la historia y la leyenda, Portugal guarda cientos de historias de amor. De entre todas, la más famosa es la protagonizada por el rey Pedro I e Inés de Castro, cuyo mausoleo se encuentra en el Monasterio de Alcobaça, localidad al norte de Lisboa. Ambos sepulcros están alineados uno frente a otro, por lo que surgió la creencia de que esa posición es para que, cuando despierten el día del juicio final, lo primero que vean es uno al otro.
Todo comenzó en 1340, cuando don Pedro –que entonces aún no era rey– se casó con la princesa castellana Constanza. Una de sus damas de compañía era la noble gallega Inés de Castro, por la que Pedro comenzó a sentir una gran pasión. Ocho años después, Constanza murió durante un parto y el heredero del trono de Portugal no vio impedimentos para asumir abiertamente un romance con Inés, que –contra la decisión de su padre (Alfonso IV)– comenzó en tierras de Coimbra.
La relación no contaba con el beneplácito de Afonso IV  no solo por motivos morales, ya que la situación causó un gran revuelo en la corte, sino por motivos de sucesión. Presionado por los nobles portugueses, el 7 de enero de 1355, cuando Inés de Castro se encontraba en el palacio de Santa Clara de Coimbra, fue asesinada por Pêro Coelho, Álvaro Gonçalves y Diogo Lopes Pacheco, por orden de la corona portuguesa, y su cuerpo fue sepultado en Coimbra. Inés de Castro murió dejando tres hijos a Pedro, pero la historia aun no había terminado.
En 1357, el heredero asume el trono y comienza la venganza por la muerte de su amada. En 1360, en la localidad de Cantanhede, afirma que se había casado secretamente con Inés en 1354, en la fronteriza localidad de  Bragança. Su palabra de rey, la de su capellán y la de un criado bastaron para legalizar la unión y legitimar a los hijos de ambos.
Luego le tocó el turno a los asesinos de Inés. Dos de ellos, Pêro Coelho y Álvaro Gonçalves, fueron ejecutados em Santarém. La leyenda dice que a uno le hizo arrancar el corazón por el pecho y al otro por la espalda. El tercero, Diogo Lopes Pacheco, huyó a Francia y finalmente fue perdonado por el rey.

Reina después de muerta

Una de las historias más tétricas y legendarias de la historia de amor entre Pedro e Inés es la ceremonia de coronación. Según una leyenda, que comenzó a circular en el siglo XVI, una vez que su boda quedó legalizada y su condición de reina, dicen que Pedro mandó traer el cadáver de Inés, lo hizo vestir con sus mejores ropas y realizó una ceremonia de coronación en la que hizo sentar a Inés en el trono y obligó a toda la corte a besarle la mano.
Lo que sí es cierto es que el monarca enamorado mandó construir un fabuloso sepulcro para su amada, que es el que hoy se puede observar en Alcobaça. Además, encargó otro similar para su propio descanso eterno (Pedro murió en 1367), que se situaría junto al de Inés.

El mensaje de las tumbas

Tumba de Pedro I (Wikimedia Commons)
Ambas tumbas están realizadas en roca caliza, cuidadosamente labradas con altorrelieves con motivos cotidianos, bíblicos y vegetales, en los que los especialistas han conseguido ver algunos mensajes simbólicos.
En las estatuas yacentes, ambos llevan la corona y están rodeados por seis ángeles que les arreglan las ropas y les levantan la cabeza, en claro simbolismo de que los están elevando hacia el cielo.
En la tumba de Inés, los temas que se representan son la Infancia y la Pasión de Cristo, el Calvario y el Juicio Final. Sobre esta última escena, se cree que Pedro quiso demostrar, con esta representación, que tanto él como su amada tenían un lugar en el Paraíso y que quien los hizo sufrir, incluido su padre y los asesinos de Inés, entrarían por la gran boca de Leviatán, representado en el ángulo inferior derecho.
Además, hay quien dice que los animales que sostienen la tumba de Inés tienen la cara de sus tres asesinos.
En el sepulcro de Pedro I destaca, en la cabecera, una representación de la Rueda de la Vida y la Rueda de la Fortuna. Los episodios labrados en cada una de las doce celdas representan –en la primera rueda– a Inés acariciando a uno de sus hijos, la pareja conviviendo con los tres hijos, Inés y Pedro jugando al ajedrez, una representación tierna de ambos, Inés subyuga una figura prostrada en el suelo, Pedro sentado en un gran trono, Inés sorprendida por sorpresa por los asesinos enviados por Alfonso IV, Inés desmascarando a uno de sus asasinos, Inés es degollada, Inés muerta, el castigo a los asesinos de Inés y, finalmente, Pedro I envuelto en una mortaja.
En las representaciones de la Rueda de la Fortuna hay seis escenas: Inés sentada a la izquierda de Pedro (porque aun no están casados), otra escena pero intercambiados (lo que indica que en esta sí están casados), ambos sentados como en un retrato oficial, Alfonso IV expulsa a Inês del reino, Inés rechaza a un hombre que parece ser Alfonso IV y la última imagen muestra a Pedro e Inés prostrados en el suelo a merced de la figura de la Fortuna.

Cómo llegar
Desde Leiría o Lisboa, se llega por la autopista A8, salida  Alcobaça/Nazaré/Valado dos Frades. A continuación hay que seguir por la carretera Nacional 8-5 en dirección a Alcobaça.

  GPS: 39,548333 -8,980000

Este post es un extracto del capítulo 50 de "50 lugares mágicos para enamorados", de Ediciones Cydonia.

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